viernes, 24 de abril de 2020

Texto reflexivo sobre la cultura argentina


Autora: Sofía Albornoz

La cultura argentina tiene como origen la mezcla de otras que se encontraron durante los años de las inmigraciones y se fusionaron con la cultura local existente (también mezcla de la cultura española y los pueblos originarios). En cuanto a sus ideologías se destacan su pensamiento y lenguaje social-demócrata, la fe en la libertad, la democracia, el culto a la amistad y el respeto a los derechos humanos.

Es común escuchar a los de más edad decir que nuestra cultura es el resultado de un crisol de razas, que, si bien se da en muchas partes del mundo, acá en la argentina es un hecho innegable. Esta tierra estaba habitada por pueblos con culturas muy cercanas a la naturaleza, a la vida comunitaria, con religiones politeístas, y durante la conquista fue avasallada por la cultura europea, de una diversidad extrema, guerrera, invasora, con estratos sociales muy marcados, unos dominantes de otros, con una religión monoteísta, represiva y culposa. Si bien la cultura europea se impuso a fuerza del aniquilamiento de millones de aborígenes, muchos rasgos y tradiciones se fueron fusionando, aflorando acá y allá, transformadas o no. Como ejemplo hay cientos de costumbres, expresiones artísticas, palabras (como chocolate, cigarro), instrumentos musicales (como la ocarina, el siku, el bombo, el charango), rituales religiosos como el de la pachamama, costumbres culinarias (como el mate, el curanto, los tamales, el locro) o artesanías (como los telares, el tejido de cestos o los cuencos de barro) llegan hasta nosotros y forman parte de nuestra cultura cotidiana. Además, hace unos 20 años aproximadamente, son aceptados por el Registro de las personas, los nombres de origen aborigen como Nahuel, Ayelén, Lihue, etc.

A fines del siglo XIX, la sociedad argentina tenía una amplia diferencia social, y la cultura letrada y la cultura popular se consideraban muy opuestas. Mientras la cultura letrada de la alta sociedad negaba las culturas populares, miraba, aceptaba y reproducía todo lo referido a la cultura europea por considerarlo de mayor calidad. En tanto la cultura popular, es cultura que se abría paso en los barrios que comenzaban a surgir a fuerza de la incormporación de miles de inmigrantes, muchos de ellos iletrados pero que traían con ellos un bagaje cultural enorme de distintos países. Esta cultura popular, no reprodujo la cultura del inmigrante, sino que fue mezclando unas con otras, surgiendo de esta manera costumbres, tradiciones, vocabulario, música, creencias con un perfil muy particular. De ahí surgen el tango, el asado, el cocoliche, el lunfardo, las murgas, todas ellas demostraciones culturales que hoy las tenemos incorporadas como nuestras con total normalidad.

Lejos de aquel enfrentamiento entre cultura letrada y popular (civilización o barbarie para Sarmiento), hoy la cultura argentina es una combinación de todo aquello. La diversidad de las manifestaciones culturales en nuestro país es impresionante, incluso varía de región en región, y todas se van mezclando y fusionando para darle a nuestro país esa identidad única.

Diría que la nuestra no es una cultura milenaria, en el sentido que sufrió enormes cambios y transformaciones a lo largo del tiempo, mutando, incorporando elementos nuevos, volviendo a cambiar. Eso permite que hoy seamos un país rico culturalmente (uno de los más ricos de américa). Un país donde el deporte nacional es de origen europeo, aunque muchos afirman que es una modificación de un juego local precolombino, la comida típica es el asado, las pastas o el sándwich; el mate de origen guaraní, y la cerveza las dos bebidas que más se consumen, expresiones musicales que incorporan el charango, un bandoneón y un piano al mismo tiempo, la zamba y el carnavalito, el gauchito Gil y la Virgen Desatanudos, conviven con total normalidad con la comida rápida, el sushi, el whisky, el rap, el ballet, una ópera o una orquesta sinfónica. Esa es nuestra riqueza: la diversidad incorporada a nuestra cultura.

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